martes, 9 de abril de 2019

MISIÓN KERIGMATICA PARROQUIAL

Misión Kerigmática Parroquial ORGANIZACIÓN PARA LA MISIÓN KERIGMÁTICA PARROQUIAL Esta es una sugerencia para realizar una misión Kerigmática parroquial Casa por Casa. La guía deberá ser adaptada a las particularidades de cada parroquia o comunidad. La misión puede ser realizada en cualquier momento del año, aunque se recomienda que sea durante la Cuaresma. La misión consta de cuatro momentos: 1. preparación del lugar de misión y envío de los misioneros 2. visiteo casa por casa 3. encuentros en Casa-Misión 4. proyectos post-misión ¿Quiénes serán los misioneros? Todos los Agentes de Pastoral de la Parroquia, es decir, los miembros de grupos, movimientos, ministerios, pequeñas comunidades, iniciaciones cristianas y otras realidades eclesiales presentes en la parroquia (incluidos los religiosos y religiosas): La idea es que toda la comunidad parroquial se vea involucrada en la misión. Primeramente por medio de la oración. Para ello se propone la oración de la Misión continental, la cual puede ser adjuntada al boletín parroquial o impreso, para ser entregada a los fieles. Segundo, serán los agentes de pastoral de la Parroquia quienes tendrán a su cargo realizar los visiteos y los encuentros correspondientes I Etapa Preparación del lugar de misión y envío de los misioneros Pasos a seguir: 1. Elección del sector o zona de misión 2. Mapeo del sector o zona 3. Aviso e invitación a las personas del sector o zona 4. Encuentros preparatorios para los misioneros 5. Envío de los misioneros 1. Elección del sector o zona de misión El Consejo Pastoral Parroquial (CPP) deberá: a. escoger el sector (es) o zona (s) donde se realizará la Misión b. designar una Comisión Parroquial de Misión (CPM) conformada por miembros del mismo CPP y algunas otras personas que a criterio del mismo Consejo se considere conveniente incluir c. nombrar un encargado por sector o zona de entre los miembros de la CPM La coordinación general de la misión estará a cargo de la CPM. 2. Mapeo del sector o zona Es necesario: a. elaborar un croquis con la ubicación y número de casas para esta parte funcionan muy bien los mapas elaborados por AGUSTIN CODACCI o la Municipalidad del lugar b. identificar si en el sector o zona viven agentes de pastoral y marcar sus casas c. escoger una casa como casa-misión, que será el lugar de reunión y centro de acopio y contacto para los misioneros es recomendable identificar esta casa con un banner, afiche u otro signo externo llamativo. Puede aprovecharse el afiche de la Semana con algún letrero grande que diga casa-misión d. calcular un máximo de 10 casas por pareja de misioneros 3. Aviso e invitación a las personas del sector o zona a. quince días antes del visiteo, se va casa por casa con una carta personal del párroco, avisando e invitando a participar en la misión parroquial. Un ejemplo, del formato de la carta, b. conviene que en el templo parroquial, y demás templos filiales, se tenga un signo alusivo a la misión 4. Encuentros preparatorios para los misioneros Conviene realizar tres encuentros preparatorios con los misioneros, en los cuales se recomienda el uso del canto “Levántate y camina” a. Primer encuentro: La misión: un llamado a participar en el proyecto de amor del Padre • Material de apoyo: el texto anterior titulado “Orientaciones teológico-pastorales para la Misión” y la Guía didáctica para el estudio de la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium b. Segundo encuentro: El kerigma: eje de la misión, eje de la vida cristiana • ¿Qué es el kerigma? • ¿Cuáles son sus contenidos? • ¿Cómo se realiza el anuncio? - partir del diálogo de la vida (situaciones existenciales de hoy) al diálogo de salvación (anuncio) - estudiar el folleto para el visiteo casa por casa - Material de apoyo: presentaciones en Prezi y Power point que se encuentran en la página del CENACAT: www.cenacat.org, Sección de Nueva Evangelización y Kerigma c. Tercer encuentro • Entrega de materiales y explicación de la dinámica de trabajo durante la misión y los encuentros en la casa-misión 5. Envío de los misioneros El esquema para la misa de envío se encuentra a continuación: Levántate y camina “Discípulos misioneros al servicio del Reino de Vida” Misa de envío para los misioneros La eucología puede tomarse de la misa por la evangelización de los pueblos o utilizar la del día. Sin omitir la segunda lectura, que es el texto guía de la misión, pueden ser utilizados otros textos e incluso los de la misa del día. Monición inicial Procesión de entrada Incensario Cruz Alta Evangeliario Parejas llevando el nombre del sector o zona de Misión (pueden ser los mismos contactos de sector) Presbítero Delegado del Obispo Liturgia de la Palabra Monición a la primera lectura Primera lectura Isaías 40, 1-5 Salmo 144, 8-9. 13cd-14. 17-18 Monición a la segunda lectura Segunda lectura Hechos 3, 1-10 Monición del Evangelio Evangelio Lc 10, 1-12 Monición a la presentación de los discípulos misioneros: Presentación de los Discípulos misioneros El Párroco se dirige al Obispo o su delegado (en ausencia de ellos, esta parte la dice un miembro de la Comisión Parroquial de Misiones o del Consejo Pastoral Parroquial al párroco) con estas u otras palabras Pónganse en pie los que van a ser enviados a anunciar la Buena Nueva del Evangelio. Conforme se llaman por nombre se ponen en pie y dicen (en el caso de tratarse de muchos, se pueden llamar por sector o zona de misión, se ponen de pie y a una voz dicen): Aquí estoy Señor, envíame. Párroco (dirigiéndose al Obispo o su delegado; en ausencia de ellos, esta parte la dice un miembro de la Comisión Parroquial de Misiones o del Consejo Pastoral Parroquial al párroco): Monseñor/Padre, estos son los Discípulos misioneros, que nuestra Parroquia de pide que sean enviados para anunciar el Evangelio. Presidente toma el Evangelio en sus manos y dice: El Evangelio que se proclama en esta casa de Dios anúncienlo de palabra y de obra a todo el pueblo, para que les sea revelado el misterio de Cristo y de la Iglesia. Y todos responden: Amén. Homilía Credo en preguntas Oración de bendición de los discípulos misioneros Los que van a ser enviados permanecen en pie, el resto de la Asamblea puede tomar asiento. Monición Presidente impone las manos hacia los discípulos misioneros y dice: Te bendecimos y te alabamos, oh Dios, porque, según el designio inefable de tu misericordia enviaste a tu Hijo al mundo, para librar a los hombres, con la efusión de su sangre, de la cautividad del pecado, y llenarlos de los dones del Espíritu Santo. Él, después de haber vencido a la muerte, antes de subir a ti, Padre, envió a los Apóstoles como dispensadores de su amor y su poder, para que anunciaran al mundo entero el Evangelio de la vida y purificaran a los creyentes con el baño del bautismo salvador. Te pedimos ahora, Señor, que dirijas tu mirada bondadosa sobre estos servidores tuyos que, fortalecidos por el signo de la cruz, enviamos como mensajeros de salvación y de paz. Con el poder de tu brazo, guía Señor sus pasos, fortalécelos con la fuerza de tu gracia, para que el cansancio no los venza. Que sus palabras sean eco de las palabras de Cristo para que sus oyentes presten oído al Evangelio. Dígnate, Padre, infundir en sus corazones el Espíritu Santo para que, hechos todo para todos, atraigan a muchos hacia ti, que te alaben sin cesar en la Santa Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Todos: Amén. Entrega de la cruz Se reparten las cruces. Cada discípulo misionero toma su cruz en las manos y la levanta: El presidente bendice las cruces diciendo: Señor, Padre santo, que hiciste de la cruz de tu Hijo fuente de toda bendición y origen de toda gracia, dígnate bendecir estas cruces y haz que quienes las lleven a la vista de los hombres se esfuercen por irse transformando a imagen de tu Hijo. que vive y reina por los siglos de los siglos. Todos: Amén. El presidente pasa asperjando con agua a los discípulos misioneros, y luego de nuevo en la sede dice: Reciban este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; prediquen a Cristo, y éste crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Los discípulos misioneros responden: Amén. Y luego cada uno besa la cruz y se la coloca. En este momento se canta “Alma misionera”. Oración de los fieles Presidente: Invoquemos a Dios, Padre misericordioso, que ungió a su Hijo con el Espíritu Santo para que evangelizara a los pobres, vendara los corazones desgarrados y consolar a los afligidos: Dios misericordioso y eterno, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, haz que tu Iglesia sea fiel a la misión que le encomendó tu Hijo. Roguemos al Señor. Tú que enviaste a Jesucristo para evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos la libertad y anunciar el tiempo de gracia, fortalece tu Iglesia, de modo que abarque a los hombres y mujeres de toda lengua y nación. Roguemos al Señor. Tú que llamas a todos los hombres y mujeres a salir de las tinieblas y a entrar en tu luz maravillosa, haz que seamos verdaderos testigos del Evangelio de salvación, sal de la tierra y luz del mundo. Roguemos al Señor. Danos un corazón recto y sincero para escuchar tu palabra y haz que produzca en nosotros y en el mundo obras abundantes de santidad. Roguemos al Señor. Por todas las personas que encontraremos durante este tiempo de Mi¬sión, para que abran su corazón al Señor y lo sigan de todo corazón. Roguemos al Señor. LITURGIA EUCARISTICA. Avisos Bendición final Dios Padre, que en Cristo ha manifestado su verdad y amor, les haga mensajeros del Evangelio y testigos de su amor en el mundo. R/ Amén Jesús, el Señor, que prometió a su Iglesia que estaría con ella hasta el fin del mundo, dirija sus pasos y confirme sus palabras. R/ Amén El Espíritu del Señor esté sobre ustedes, para que, recorriendo los caminos del mundo, puedan anunciar el Evangelio a los pobres y sanar los corazones desgarrados. R/ Amén Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre Ustedes. R/ Amén II Etapa Visiteo Casa por Casa Indicaciones para el visiteo casa por casa a. las visitas se harán en parejas de misioneros b. deberán estar debidamente identificados, sea con camisetas, gorras, botones, u otro signo externo; además, portar un carnet o gafete firmado y sellado de la parroquia c. se asignará un máximo de 10 casas por pareja de misioneros. Si una casa, por alguna razón, no abre, la pareja de misioneros volverá en otro momento hasta ser atendidos; para ello dispondrán de todo el fin de semana que dure el visiteo d. el encuentro en cada casa no deberá superar los 15 minutos El visiteo casa por casa constituye un momento decisivo de la misión. Todo lo que hagamos durante este momento, le dará a la persona una imagen de lo que es la Iglesia y de cómo es nuestra relación con Jesucristo. Por tanto, hay que evangelizar con alegría. Irrumpimos en la vida de las personas, no para juzgarlas, sino para mostrarles el amor misericordioso de Dios que no deja de llamarnos a una vida plena. Recordemos que evangelizamos por “atracción”, no se trata de hacer proselitismo. El centro de atención durante la visita debe ser la otra persona, su vida, sus inquietudes. Hay que dejarla hablar, hay que ayudarla a hablar. Los misioneros deben ayudarse mutuamente para no convertirse en los protagonistas de la visita. Si por alguna razón uno tiende a hablar más de la cuenta, el otro cortésmente debería interrumpirlo y dirigir a la persona visitada una pregunta, tal como ¿qué opina de lo que ha dicho mi hermano? ¿Qué opina acerca de esto? Las preguntas sirven para ayudar a que la persona vaya cuestionando su propia realidad. No se debe indagar sobre la intimidad de las personas ni sobre su práctica religiosa. Se deben evitar preguntas como ¿Es usted casado o casada por la Iglesia? ¿Va a misa? ¿Cree en la Virgen? El visiteo es un primer contacto humano, donde debemos mostrar una Iglesia de puertas abiertas, preocupada por la persona y con deseos de ayudar y aprender. Independientemente del resultado de la visita, debe¬mos dejar una impresión tal, que nos permita volver en otro momento y ser bien recibidos. Los misioneros no van a impartir una catequesis ni a explicar la doctrina, sino a poner la vida y la existencia de las personas delante del proyecto de Dios, de modo que sea la persona que recibe la visita quien, por su propia cuenta, debe valorar su relación con Dios y la necesidad o no de mejorarla. Es una invitación, no una imposición. No es conveniente que durante el visiteo se hagan encuestas de ningún tipo o se limiten a hacer una mera exposición de las actividades parroquiales, de los horarios de misas o confesiones. El visiteo es ante todo para hacer “presencia de Cristo” en los hogares de las personas. Proponemos la siguiente dinámica para la visita en las casas: 1. un saludo afectuoso 2. presentación personal por parte de los misioneros, indicando sus respectivos nombres y que vienen en nombre de la Iglesia católica (dan¬do el nombre de la parroquia respectiva) 3. acercamiento a las personas de la casa: • Se les solicita que se presenten • Qué digan algo de ellos (a qué se dedican, qué les gusta, qué no les gusta) 4. se abre seguidamente un espacio para el diálogo de vida. Los misioneros lo introducen con preguntas como: • ¿Qué piensa de la vida? • ¿Cómo se siente? III Etapa Encuentros en Casa-Misión Sugerencias para los encuentros en la Casa-Misión: 1. Con anterioridad se asignan las personas encargadas de dirigir los en¬cuentros. Se pueden designar a los grupos, movimientos, ministerios u otras realidades eclesiales. a. Es importante que los que dirijan los encuentros sean personas acogedoras, cálidas e imparciales. Es esencial que los participantes se sientan bienvenidos y cómodos. 2. Colocar en un lugar visible la siguiente oración (no es necesario re¬zarla juntos, sino que es para que cada uno de los que llega la haga personalmente): • “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores”. 3. Se sugiere como dinámica básica para cada encuentro la siguiente: el ABCDOR como preparación previa, es decir: • Ambientación: crear un clima acogedor, que con signos externos dé pistas con relación al tema central del día. Puede incluirse un pequeño refrigerio de inicio: refresco, galletas, etc. • Bienvenida y saludo: es recomendable que el primer día se identifique a cada participante con un gafete y el resto de los días se invite a presentarse a las personas nuevas que lleguen. • Canto o Dinámica • Oración: debe tenerse presente que habrá personas poco habituadas a la oración e incluso personas no creyentes o alejados. Por lo que se recomienda utilizar el principio de la gradualidad y hacer oraciones cortas. • Resumen del encuentro anterior: no todos los días llegarán las mismas personas, por lo que es recomendable hacer un breve resumen de las conclusiones del encuentro anterior. En el caso del primer día, se puede iniciar con la explicación de las actividades y hacer un recuento de la misión como tal. Posteriormente se desarrollará el tema según sea la naturaleza del mismo. Temas para los encuentros. El resumen y los puntos clave son ayudas para los encargados de dirigir el encuentro: Encuentro 1. ¿Vivir o sobrevivir? Resumen: No es lo mismo vivir que sobrevivir Puntos clave: El ser humano gasta mucho tiempo y energía en sobrevivir, pero se le olvida vivir la mayor parte del tiempo vivimos preocupados por tener (casa, dine¬ro, fama, prestigio), pero poco preocupados en ser (persona, esposo/a, amigo, hijo, hermano) la tendencia post-moderna es considerar al ser humano más como un consumidor que como una persona; verlo más a la luz de su utilidad que de su dignidad Desarrollo del encuentro: Partir con la escucha o meditación de la canción “Sobreviviendo” de Víctor Heredia, generar una lluvia de ideas: ¿Qué es vivir?, ¿Qué es sobrevivir? Leer Hechos 3, 1-3 breve meditación-reflexión a partir de los puntos clave. Leer Jn 3, 16-17 (Sólo se lee el texto, no se comenta ni se hace reflexión, se medita en silencio) posteriormente uno de los Agentes de Pastoral narra lo que Jesucristo ha significado en su vida: - ¿Qué le ha dado Jesucristo a mi vida? ¿Cuál es el “plus” que Jesús le da a mi vida? Encuentro 2. Jesús es la Vida Resumen: Jesús nos viene a dar plenitud de vida Puntos clave: Jesús restaura nuestra relación con Dios. Es el puente que nos une con la fuente de vida que es Dios. El anhelo de plenitud buscado por todo ser humano encuentra su res¬puesta en Jesús, Él es el camino, la verdad y la VIDA. El cristianismo es único, porque más que un conjunto de reglas mora¬les, se trata de vivir en relación con una persona, Jesús el Hijo de Dios. - No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva (Deus caritas est 1). Desarrollo del encuentro: Presentar diferentes imágenes de personajes famosos y pedir que los reconozcan y digan algo acerca de ellos. Presentar imágenes de Jesús leer Mateo 16, 13-15 y responder: • ¿Qué representa Jesús para el mundo? • ¿Qué representa para mi vida? • ¿Quién es Jesús para mí? leer Lucas 5, 20-26 y responder: • ¿Cómo proclama Jesús ser Dios? - Las respuestas deberían ser en la línea de: R/ Perdonando los pecados R/ Con el título “Hijo del Hombre” R/ Igualándose en sus acciones con Dios breve meditación-reflexión, para lo cual puede ayudar la siguiente re¬flexión: • Misión de Jesús Leer Hechos 3, 4-7 (Sólo se lee el texto, no se comenta ni se hace re¬flexión, se medita en silencio) Posteriormente uno de los Agentes de Pastoral narra lo que Jesucristo ha significado en su vida: • ¿Qué le ha dado Jesucristo a mi vida? ¿Cuál es el “plus” que Jesús le da a mi vida? Encuentro 3. Vida en Jesús Resumen: Estamos invitados a vivir una Vida Nueva en Jesús Puntos clave: La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado (Catecismo de la Iglesia Católica, 150). Jesús es un “caballero”, entra si tú se lo permites hablen de la necesidad de seguir un itinerario de madurez en la fe que afiance y enriquezca nuestra relación con Jesús: • “el primer anuncio debe provocar también un camino de formación y maduración (…) hay que tomarse muy en serio el proyecto que Dios tiene sobre cada persona” (EG 160) inviten a quienes puedan a buscar el sacramento de la Reconciliación (pero sean cuidadosos con aquellos que por alguna razón no se pueden acercar al sacramento, invítenlos a irse acercando a las actividades parroquiales, y a continuar participando en las actividades post-misión) Desarrollo del encuentro: poner en lugar visible el afiche de la Semana Nacional del Kerigma pedir a la casa participante que reflexione: - ¿Qué me sugiere la imagen? realizar luego una lluvia de ideas escuchar el texto de Hechos 3, 1-10 leer Hechos 3, 1-10 (Sería bueno que todos tuvieran a mano el texto). reflexión por parte del evangelizador. Preguntar: • ¿Cómo estamos viviendo nuestra relación con Jesús? - ¿Está fuera de mi vida? • ¿Cree que haya algo más que esta vida? • Se ha preguntado ¿por qué estamos aquí? • ¿Cuál es nuestro propósito? • ¿Hacia dónde vamos? • ¿Cuál es la razón por la que estamos en este mundo? 5. los misioneros comparten con las personas un poco de su experiencia de fe: • cuentan lo que Jesús ha significado en sus vidas personales y lo que significa para ellos ser cristianos 6. de manera resumida les presentan los contenidos del folleto “Mi mejor relación” (Anexo 4). Y les invitan a leerlo con atención 7. invitan a las personas a los encuentros en la Casa-Misión, indicándoles los días y horas de los encuentros 8. entregan, además, un brochure o una hoja con la información parroquial básica (horarios de misas, confesiones, cursos, rosarios), así como las actividades post-misión que se tengan programadas 9. si en la casa están de acuerdo se hace una oración espontánea o bajo la guía de la que está en el Anexo 6 10. despedida y se reitera la invitación a participar en los encuentros de la Casa-Misión Anexo 1. Invitación a la misión parroquial Muy queridos hermanos y hermanas: Paz en el Señor Jesús, deseándoles abundantes bendiciones a ustedes y su familia. Me alegra comunicarme con cada uno de Ustedes para hacerles una invitación muy especial en nombre del Señor. Durante la semana del al de realizaremos la Misión Parroquial en este sector donde ustedes viven. Levántate y camina (Hechos 3, 6) es el lema de la Misión, y como el mismo lema lo indica, se trata de una invitación a tener una experiencia especial de encuentro con Nuestro Señor Jesucristo que fortalezca nuestra vida. Durante la Misión escucharemos la Palabra del Señor, oraremos juntos y dejaremos que Él nos hable como a los apóstoles y nos diga: Ven y sígueme (Marcos 1, 17). Es Jesús quien nos dice a cada uno y a cada una: Mira que estoy a la puerta llamando. Si uno escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo (Apocalipsis 3, 20). Por eso, les invito a abrir de par en par su corazón a Cristo, ya que Él no nos quita nada, al contrario, nos lo da todo. Sólo Él es el Camino que nos conduce a la Verdad y nos da Vida plena. Les espero a todos y todas con su familia para que vivamos juntos esta semana de gracia y bendición. Con muchas bendiciones, me despido de ustedes, Pbro. Párroco

LAS MUJERES QUE DECIDEN CASARSE CON CRISTO

Las mujeres que deciden casarse con Cristo (pero no son monjas) Jessica es una de las 4.000 mujeres que deciden vivir Por: Valeria Perasso - BBC World Service 10 de diciembre 2018, 01:10 p.m. Jessica Hayes consiguió un vestido de novia, un velo y un anillo. Pero cuando estaba en el altar frente al obispo y en una solemne ceremonia religiosa, a su lado no había ningún novio. Ella se iba a casar con Jesucristo. Hayes, de 41 años, es una virgen consagrada, una vocación adoptada por algunas mujeres dentro de la Iglesia Católica que desean entregarse como novias a Dios. Durante la ceremonia de consagración, la candidata, que lleva un vestido blanco parecido al de una novia, hace votos de castidad de por vida y promete que nunca mantendrá relaciones sexuales o románticas. Las religiosas que deciden dar este paso, también llevan un anillo de bodas, símbolo de estar místicamente comprometidas con Cristo. "No me pude imaginar cuán inmensa es la presión": las mujeres que quieren volver a ser vírgenes "A menudo me preguntan: '¿está casada?", dice Hayes. "Por lo general les doy una breve explicación de que soy algo parecido a una hermana religiosa, con un compromiso total con Cristo, pero que vivo en el mundo exterior". Al contrario que las monjas, las vírgenes consagradas no viven en comunidades cerradas o llevan ropa especial. Llevan una vida secular, tienen sus trabajos y se mantienen financieramente de forma independiente. "He trabajado como profesora durante 18 años. Actualmente doy clases en el mismo instituto en el que estudié", cuenta Hayes, que vive en Fort Wayne, Indiana (Estados Unidos). "[Antes de mi consagración] me di cuenta de que no compartía el llamado a una vida comunitaria tal y como la que se hace en una congregación religiosa, en un apostolado o la que hacen las monjas". Cuando no está dando clase, dedica la mayor parte de su tiempo a la oración y a cumplir penitencia. Mantiene informado a un obispo y tiene reuniones regulares con un consejero espiritual. "Vivo en un vecindario, pertenezco a la parroquia que está a poco más de 3 kilómetros y estoy disponible para ayudar a familiares y amigos. Luego enseño, así que estoy rodeada de gente durante el día, pero sigo teniendo lugar para consagrarme al Señor". Un compromiso de por vida Incluso dentro de la Iglesia Católica, las vírgenes consagradas son poco conocidas, en parte porque la vocación solo fue sancionada públicamente por la Iglesia hace menos de 50 años. Sin embargo, las vírgenes han sido parte de la Iglesia desde los primeros tiempos del cristianismo. En los primeros tres siglos después de Cristo, muchas murieron como mártires cuando intentaron mantener su fidelidad con el Dios con el que se habían comprometido. Entre ellos se encontraba Inés de Roma, quien, según reportes, se negó a casarse con el gobernador de la ciudad para vivir una vida de castidad. En la época medieval, y a medida que crecía la popularidad de la vida religiosa monástica, esta práctica disminuyó. El concepto de vírgenes consagradas volvió a emerger con el documento Ordo consecrationis virginum en 1971, donde el Vaticano reconoció la virginidad perpetua femenina como un estado voluntario de vida dentro de la Iglesia. Para Hayes este tipo de vocación era algo desconocido: no había pensado en convertirse en una virgen consagrada hasta que se encontró con un asesor espiritual que, según ella, "comenzó a hacer las preguntas correctas". "Simplemente quedó muy claro que el Señor me estaba pidiendo que viviera en una relación conyugal con él", recuerda. Tomó la decisión en 2013 y su consagración tuvo lugar dos años después. El clímax del rito lo marcó el momento en el que la virgen se postra ante el altar. "Esa era yo haciéndole un regalo a Él y a la vez era yo recibiéndolo, en un compromiso permanente", explica. "Aunque tengo muchas de los mismas obligaciones que tenía antes [de la consagración], ahora es diferente porque relacionarme con el Señor como cónyuge es completamente diferente a relacionarme con él como amiga". Es una de las 254 "novias de Cristo" que hay en Estados Unidos, según la Asociación Americana de Vírgenes Consagradas (USACV, por sus siglas en inglés), y cuyos trabajos diurnos van desde enfermeras y psicólogas hasta contables, mujeres de negocios y bomberas. Hay por lo menos 4.000 vírgenes consagradas en el mundo, según una encuesta de 2015 y el Vaticano dice que existe un aumento de vocaciones "en áreas geográficas muy diversas". Hayes no había hecho un voto específico de castidad antes de decidir unirse a la orden de las vírgenes a la edad de 36 años. Había tenido relaciones románticas antes, pero asegura que nunca se sintió completa. "Pensé que yo estaba hecha para la vida matrimonial, [lo cual] es un deseo muy natural para la persona humana. Así que tuve citas ... pero nunca fueron en serio". "Siempre encontré a personas buenas, pero con ninguno sentí que debía seguir adelante". Vivir en una sociedad donde la sexualidad está muy presente puede ser un desafío para las vírgenes, que eligen renunciar a las relaciones físicas para siempre. "Creo que lo más difícil es que se me malinterprete, ya que nuestra elección se considera contra-cultural", reflexiona Hayes. "Recibo mucho 'oh, entonces eres como una persona soltera'. Tengo que explicar que el Señor es mi relación principal, que lo que hago es entregarle mi cuerpo a Él. Es un regalo de amor, no se siente como una privación de nada". ¿Vírgenes físicas? En julio pasado, el Vaticano publicó un nuevo conjunto de directrices muy esperado que causó cierto revuelo entre las vírgenes consagradas. El tema en cuestión era si las mujeres que eligieron esta vocación necesitaban ser físicamente vírgenes. A diferencia de las monjas, que pueden hacer voto de celibato desde el día en que ingresan a una orden religiosa, se esperaba que estas novias de Cristo fueran vírgenes toda la vida. En la controvertida sección 88 del documento, el Vaticano ahora declara que "haber mantenido su cuerpo en perfecta continencia o haber practicado la virtud de la castidad de manera ejemplar" es importante, pero no un requisito previo "esencial" para convertirse en una virgen consagrada. La USACV, de la que Hayes es miembro, consideró que las directrices eran "impactantes" y "deliberadamente complicadas". Toda la tradición mantiene firmemente el concepto de virginidad "tanto material como formal (física y espiritual) para recibir la consagración", escribieron en la declaración. Hayes hubiera preferido "algo más de claridad" en el documento, pero está contenta de que el jefe de la Iglesia Católica haya centrado su atención en la vocación de las vírgenes. "Y el documento sigue diciendo que [las candidatas] no deben haber estado casadas ni haber violado de forma pública y flagrante el voto de castidad", defiende. "Tal vez se pueda dar el caso de que una persona joven haya cometido un acto indiscriminado. O tal vez una mujer fue violada y por lo tanto tampoco es virgen, pero no es algo que haya elegido". En última instancia, dice, se trata de alentar esta particular vocación entre mujeres católicas. "Y tal vez las vocaciones estén creciendo porque hay personas que viven con la necesidad de tener un compromiso muy fuerte con Dios y eso puede ser lo que la Iglesia necesite ahora.

PARALELO ENTRE LA SERPIENTE DE BRONCE Y JESÚS EN LA CRUZ

Números 21,4-9. JUAN 3, 14-15; 8, 28; 12,32 ¿QUÉ SIGNIFICA LA SERPIENTE DE BRONCE? Francesc Ramis Darder bibliayoriente.blogspot.com Muy a menudo, la vida humana discurre por la senda de la idolatría. El afán de poder, el ansia de poseer bienes sin medida, y el afán por la superficialidad y la apariencia delinean, demasiadas veces, el curso de la existencia del ser humano. El episodio de la Serpiente de bronce constituye, entre otros aspectos, un relato que subraya la estupidez de la idolatría para invitarnos a volver la mirada hacia el Señor y hacia la hondura de la Palabra. Comenzamos el estudio ofreciendo la traducción del relato, después trazamos la estructura, a continuación esbozamos el aspecto literario y teológico, a la vez que señalamos las interpretaciones principales; una breve conclusión cierra el estudio. 1. Traducción. Los israelitas partieron del monte Hor camino del mar de las Rojo, rodeando el territorio de Edom. En el camino, el pueblo acabó la paciencia y hablaba contra Dios y contra Moisés, diciendo: ¿Por qué nos habéis hecho salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? No hay comida ni agua, y estamos hastiados de este alimento miserable. Entonces, el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras que los picaban. Murieron muchos israelitas, y el pueblo fue a decir a Moisés: Hemos pecado contra el Señor y contra ti. Intercede ante el Señor para que aleje de nosotros estas serpientes. Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le respondió: Hazte una imagen de la serpiente y ponla sobre el estandarte, y todos los que hayan sido picados, si la miran, salvarán la vida. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un estandarte. Cuando la serpiente picaba a alguno, si miraba la serpiente, salvaba la vida. 2. Estructura. El relato presenta cuatro apartados coloreados por conceptos teológicos, a saber: pecado, castigo, conversión, salvación. Los investigadores denominan “interpretación deuteronomista de la historia” a los textos bíblicos que presentan estos cuatro apartados; el calificativo “deuteronomista” procede de la relación que presentan los pasajes con el Deuteronomio. a. Pecado: El pueblo habla contra el Señor y contra Moisés (Nm 21,4-5). b. Castigo. El Señor envía serpientes abrasadoras contra el pueblo (Nm 21,6). c. Conversión. El pueblo reconoce el pecado e implora la intercesión de Moisés (Nm 21,7). d. Salvación. El Señor ordena a Moisés la elaboración de una serpiente de bronce; cuando un israelita, picado por las serpientes, la miraba, se curaba (Nm 21,8-9). 3. Características del relato. 3.1. Perspectivas teológicas de la ruta geográfica. Como dice el relato, “Los israelitas partieron del monte Hor camino del mar Rojo, rodeando el territorio de Edom” (Nm 21,4). Cuando emprenden la ruta, siguen el itinerario que el Señor les había ordenado en Nm 14,25: “partid por el desierto camino del mar del Rojo”; así la ruta manifiesta la obediencia a la orden divina. El monte Hor constituye un hito significativo en el camino hacia la tierra prometida; es el lugar donde Moisés tomó las vestiduras de Aarón para ponérselas a Eleazar (Nm 20,22-27), y es también el lugar donde murió Aarón (Nm 33,37-39). Así pues, cuando la comunidad, obediente al Señor, emprendió el camino del mar, dejando el monte Hor, había experimentado un cambio importante en el aspecto cultual, Eleazar, hijo de Aarón, había sido investido sacerdote por manos de Moisés. La expresión “rodeando el camino de Edom” alude a motivos logísticos, pues el rey de Edom había vetado el paso a los israelitas (Nm 20,14-21), pero aun así trasparece motivos teológicos. La referencia a Edom constituye, entre otros temas, una metáfora de la idolatría que desteje a la comunidad hebrea (Is 34,5-15), por eso la decisión de “rodear el territorio de Edom” puede aludir simbólicamente al empeño por “evitar la idolatría” y guardar fidelidad al Señor. En definitiva, Nm 21,4 viste los temas teológicos con motivos geográficos del viaje; pues el pueblo, obediente al Señor, emprende la marcha bajo el liderazgo sacerdotal de Eleazar, y prevenido contra la idolatría, simbolizada por Edom. 3.2. El pueblo se rebela contra Dios y Moisés. Como especifica el relato, “en el camino, el pueblo acabó la paciencia” (Nm 21,4b); sin duda, la mención del “camino” alude al “camino del mar del Rojo”. El topónimo “mar Rojo” asociado al sustantivo “camino” solo aparece en cuatro ocasiones en la Escritura (Núm. 14,25; 21,4ª; ver Dt 1,40; 2,1). Las dos citas del Deuteronomio recogen la orden de Dios a su pueblo, mencionada ya en Nm 14,25: “partid […] camino del mar Rojo”, y recogida de nuevo en Nm 21,4ª: “los israelitas partieron […] camino del mar Rojo”. De ahí que la expresión “camino del mar Rojo” es casi específica de los Números y, como decíamos antes, la marcha por el “camino del mar Rojo” certifica la obediencia del pueblo a la voluntad divina. Desde esta perspectiva, la locución “en el camino” podría expresar, bajo el vocabulario del viaje, la realidad teológica de la fidelidad del pueblo al designio divino; pues la Escritura también recoge el sentido teológico del camino para expresar la obediencia del pueblo a los mandamientos (Dt 5,33). Cuando el pueblo estaba “en el camino”, acabó la “paciencia”; literalmente “perdió el aliento”. En el conjunto de la Escritura, la locución “perder el aliento” alude al desánimo del Señor, incapaz de soportar el sufrimiento del pueblo idólatra (Jue 10,16), y también refiere el agotamiento de Sansón, acosado por Dalila, metáfora de la tentación idolátrica (Jue 16,16). La profecía de Zacarías conjuga las dos acepciones de los Jueces, por una parte, el Señor pierde la paciencia con sus ovejas, metáfora de Israel, y, por otra, las ovejas pierden la paciencia con el Señor (Zac 11,8). Desde esta perspectiva, cuando Nm 21,4 sentencia que el pueblo pierde la “paciencia”, no alude solo al hastío físico, sino que devela la obstinación de la asamblea contra la voluntad divina y contra el caudillaje de Moisés. El relato ratifica la obstinación con la mayor contundencia: “hablaba contra Dios y contra Moisés” (Nm 21,5). 3.3. El pueblo habla contra Dios y contra Moisés. Numerosos episodios exponen la murmuración del pueblo, pero solo Nm 21,5 especifica que la comunidad “murmuraba contra Dios y contra Moisés”. El libro de los Números señala, a menudo, como Dios habla con Moisés para comunicar sus designios a la asamblea, y relata cómo Moisés anuncia al pueblo el mensaje divino (Nm 11,24; 10,1). Conviene que nos detengamos en dos precisiones. Primera: cuando el libro de los Números especifica que Dios se dirige a Moisés, utiliza la locución “el Señor”, literalmente “Yahvé”. Segunda: cuando Moisés, en nombre de Dios, ha de dirigirse a la comunidad, el libro de los Números suele valerse de la expresión “los israelitas”, literalmente “los hijos de Israel”. Ambas precisiones permiten matizar la actitud del pueblo que “murmuraba contra Dios y contra Moisés”. Por una parte, la palabra “Dios” no traduce el término “Yahvé/el Señor”, sino la palabra “Elohim”; por otra, la mención de la comunidad, habitualmente designada con la locución “los israelitas”, figura con el término “pueblo”. Cabe pensar, pues, que el estilo literario de Núm. 21,5, “el pueblo […] murmuraba contra Dios y contra Moisés”, está pensado incluso literariamente para enfatizar la especial manera con que el pueblo hostil se dirige contra Dios y contra Moisés. Así, el texto enfatiza que “hablar contra Dios y contra Moisés” implica la decisión de invertir profundamente el buen sentido de las relaciones amorosas que el Señor y Moisés establecen con la comunidad que peregrina hacia la tierra prometida. A continuación, el relato especifica la queja contra Dios y Moisés: ¿Por qué nos habéis hecho salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? (Nm 21,5b). No es la primera vez que aparece una queja semejante. Antes de cruzar el mar, los israelitas dijeron a Moisés: “¿No había cementerios en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto?” (Ex 14,11). En Masá y Meribá, la comunidad recriminó a Moisés: “¿Por qué nos has sacado de Egipto para hacernos morir de sed?” (Ex 17,3). Junto a Meribá, resuena otra vez la queja: “¿Por qué nos sacasteis de Egipto para traernos a este lugar maldito?” (Nm 20,5). El tono de la queja no deja de aumentar. Antes de cruzar el mar, el pueblo hablaba contra Moisés; en Masá y Meribá, la asamblea vuelve a clamar contra Moisés; en Meribá, la crítica vocifera contra Moisés y Aarón; y en el relato de la serpiente, la protesta va contra el Señor y Moisés. El libro de los Números tiende a presentar Egipto como ámbito del bienestar perdido: “¿Cómo nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde?” (Nm 11,5). Sin embargo, la perspectiva de las primeras páginas del libro del Éxodo es distinta; el país del Nilo despunta como la tierra de la esclavitud de los israelitas (Ex 2,23). El tema del desierto figura, entre las líneas de los Números, como “el lugar maldito” (Nm 20,5) donde los israelitas sobren la muerte, como señala el relato de la serpiente (Nm 21,5). A modo de contraluz, en los inicios de la epopeya del éxodo, el desierto ofrecía un aspecto positivo; en nombre de Dios, Moisés y Aarón dicen al faraón: “Deja marchar a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor” (Ex 5,1). Desde este horizonte, el relato de la serpiente de bronce ofrece una transmutación del sentido teológico de las palabras “Egipto” y “desierto”. Al principio del Éxodo, Egipto era el lugar de esclavitud, pero en los Números aparece como el lugar añorado; mientras el desierto, ámbito donde celebrar la fiesta del Señor, despunta como el lugar donde la comunidad sorbe la muerte. Recordemos que la trasmutación de valores, el empeño por llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno, constituye una manifestación de la idolatría (Is 5,20). Así pues, cuando el relato de la serpiente muestra que la comunidad trastoca el sentido de los términos “Egipto” y “desierto”, está denunciando la idolatría que contamina a la asamblea. ¿Cuál es la idolatría que deshace a la comunidad? Tres meses después de la salida de Egipto, el pueblo alcanzó el Sinaí para trenzar la alianza con el Señor (Ex 10,1-Nm 10,10). El calado de la alianza modificó la identidad teológica del pueblo. La asamblea sometida al capricho del faraón (Ex 1,1-22) amaneció, después de la Alianza, como la comunidad que emprendió el camino del desierto a las órdenes de Dios, transmitidas por Moisés (Nm 10.13). En el Sinaí, el Señor forja la comunidad sobre el yunque de alianza; dice el Señor: “Si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos […] seréis para mí un reino de sacerdotes, una nación santa” (Ex 19,5-6). La identidad nueva no es una cualidad que posea el pueblo por sí mismo, sino una condición privilegiada que nace de la elección divina. La alianza obliga al pueblo a romper con la idolatría para adherirse a la voluntad del Señor (Dt 12,31). El relato de la serpiente de bronce señala la ruptura de la comunidad con las cláusulas de la alianza; lo establece, como dijimos, cambiando el valor de los términos “Egipto” y “desierto”, pero también con la apreciación del desierto como lugar adverso: “No hay comida ni agua, y estamos hartos de este alimento miserable” (Nm 21,5). Conviene precisar que la primera frase no es cierta, aunque el pueblo esté en el desierto, dispone de comida y agua, así lo sentencian los Números cuando comentan el don del maná, las codornices y el agua de Meribá (Nm 11,4-9.31-35; 20,1-13). El sentido del término “maná”, el alimento del desierto, no se agota en el aspecto alimenticio, abraza el ámbito teológico. Dijo el Señor a su pueblo: “Voy a hacer llover pan del cielo. El pueblo saldrá […] a recoger la ración diaria; así los pondré a prueba, a ver si actúan o no según mi ley” (Ex 16,4; Nm 11,4-9); conviene observar el paralelismo entre el maná y la ley. Entre los alimentos que Dios ofrece a su pueblo para cruzar el desierto que conduce a la tierra prometida, el maná constituye una metáfora de la ley, el don del Señor a su pueblo para que durante su historia, alegoría del desierto, pueda dar testimonio de Dios. La ley, escondida bajo la figura del maná, es el alimento que Dios ofrece a su pueblo. No obstante, la asamblea desprecia el maná: “estamos hartos de este alimento miserable” (Nm 21,5). La profecía de Jeremías y Ezequiel vincula la raíz “miserable” con el entorno idolátrico (Jer 4,24; Ez 20,25; 21,26). Recogiendo la analogía, la comunidad del desierto, valiéndose del término “miserable”, equipara la ley del Señor, oculta tras la imagen del maná, con la falsedad de los ídolos. Por si fuera poco, el maná, alegoría de la ley, provoca el hastío de la asamblea. El libro del Levítico pone en labios de Dios el término “hastío” para amonestar al pueblo contra las insidias idolátricas: “No imitéis las costumbres de las gentes que voy a expulsar delante de vosotros; estas gentes han practicado todas estas cosas (idolatría) hasta hastiarme en lo más hondo” (Lev 20,23). Mientras el pueblo siente hastío por el alimento miserable, eco del maná, alegoría de la ley, el Señor siente hastío por la conducta de los paganos, ajenos a la ley y adictos a la idolatría. Así, cuando el relato de la serpiente denuncia el hastío del pueblo ante el alimento miserable, metáfora de la ley, equipara a la asamblea del desierto con los paganos idólatras que el Señor expulsará de la tierra prometida (Dt 9,4; Jos 3,10). No es extraño, pues, que el Señor decida fustigar la perfidia de su pueblo, valiéndose, en este caso, de las serpientes abrasadoras (Nm 21,6). 3.4. El Señor responde al pueblo Cuando la asamblea cae en la idolatría, representada por el hastío y el rechazo de alimento miserable, irrumpe el castigo divino: “el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras que los picaban”; la consecuencia fue nefasta: “murieron muchos israelitas” (Nm 21,6). Aunque hay serpientes abrasadoras en el desierto, el interés del relato no es geográfico, sino teológico; perfilemos, pues, el valor de “las serpientes abrasadoras”. El tema de la serpiente aparece en otros dos ámbitos del Pentateuco. La serpiente engaña a Eva provocando la expulsión del hombre y la mujer del jardín del Edén; entonces Dios, furioso contra la serpiente, la condena: “serás maldita entre todos los animales” (Gen 3,14). Cuando Moisés se presentó ante el faraón, trasformó, gracias al auxilio divino, su bastón en serpiente (Ex 4,3; 7,15). Aunando ambas sentidos, cuando el relato se vale de las serpientes para mostrar la embestida del Señor, señala, por una parte, que Dios castiga la asamblea con el más pérfido de los animales, pero por otra sugiere que la plaga de las serpientes está, como lo estaba el bastón, bajo el control de Moisés, enviado de Dios. Las serpientes abrasadoras constituyen el más duro castigo divino contra el pueblo idólatra, pero, aunque el castigo sea cruel, está bajo el control de Dios. ¿Qué representa el castigo de las serpientes abrasadoras? Veamos un ejemplo en la profecía de Ezequiel. Cuando Samaría abandonó a Dios para entregarse a los asirios, el Señor tomó una decisión drástica: “la entregué en manos de […] los asirios que […] mataron a sus hijos a espada” (Ez 23,5-9). De modo análogo, el pueblo que desprecia el maná, símbolo de la ley, para adentrarse en la idolatría, sufre el castigo divino, describo bajo la picadura de las serpientes, símbolo de la decisión divina de abandonar al pueblo en las fauces de la idolatría que practica. 3.5. El pueblo suplica la intercesión de Moisés Herido por las serpientes, eco de la misma idolatría que le consume, el pueblo acude a Moisés: “Hemos pecado contra el Señor y contra ti” (Nm 21,7). Mediante la expresión “hemos pecado”, el pueblo reconoce su caída en la idolatría, manifestada por el rechazo del “alimento miserable”, eco del desprecio de la ley. Confesado el pecado, la asamblea requiere el auxilio de Moisés: “Intercede ante el Señor para que aleje de nosotros estas serpientes” (Nm 21,7). Adoptando la actitud intercesora de los profetas (Dt 18,15-20), Moisés suplica el amparo divino. El pueblo herido por las serpientes, metáfora de los ídolos, eco del rechazo de la ley, suplica del Señor que las aleje. La súplica trasparece el deseo del pueblo por retornar a las pautas de la ley, escondida bajo el ropaje del maná, el alimento del desierto. Dios había enviado contra el pueblo “serpientes abrasadoras”, pero el pueblo implora del Señor que aleje “las serpientes” y no las “serpientes abrasadoras”. A lo largo de la Historia Primera (Gn-2Re), la locución “la serpiente” solo aparece en el relato del Paraíso y en la Serpiente de bronce. Seducidos por la serpiente, Adán y Eva desdeñaron el aliento que Dios les ofrecía, los árboles del jardín, para probar el fruto del árbol prohibido. Como consecuencia, el Señor los expulsó del Edén hacia una tierra de cardos y espinas. De modo parejo, cuando la asamblea del desierto menosprecia el maná, llamándolo “alimento miserable”, metáfora del desprecio por la ley, muchos israelitas caen en el camino hacia la tierra prometida, eco del Paraíso, para morir en el desierto, la tierra seca y sin agua, metáfora del campo de cardos y espinas. Desde el horizonte metafórico, cuando la asamblea del desierto implora la intercesión de Moisés ante el Señor “para que aleje de nosotros estas serpientes”, está pidiendo que Dios aleje la idolatría que diezma al pueblo que peregrina hacia la tierra prometida. La asamblea del desierto se convierte en idólatra cuando desprecia el maná, metáfora de la ley, como “alimento miserable”; entonces sufre el flagelo de las “serpientes abrasadoras”, alegoría de la virulencia con que Dios permite que la idolatría diezme la asamblea para que, más tarde, arrepentida de su pecado, percibe la falsedad idolátrica y emprenda el regreso hacia el regazo divino. Es el Señor quien envía serpientes abrasadoras; cuando el pueblo sucumbe a la idolatría, el Señor permite que se enfangue a fin de que, más tarde, dándose cuenta de la perversidad, recupere el ansia por volver al regazo divino (ver: Is 10,1-6.24-27). Bajo la imagen de las serpientes abrasadoras trasparece el peso de la idolatría que desteje al pueblo que despreció el maná, eco de la ley, para que la comunidad herida llegue a reconocer el pecado y emprenda el camino del encuentro con Dios. 3.6. La respuesta del Señor. Atento a la súplica, Dios ordenó a Moisés: “Hazte una imagen de la serpiente y ponla sobre un estandarte”; después, el Señor expone el motivo: “todos los que hayan sido picados, si la miran, salvarán la vida”. ¿Por qué ordena el Señor a Moisés la elaboración de una serpiente? Como hemos referido, el libro del Éxodo muestra la habilidad que el Señor confirió a Moisés sobre la cuestión de las serpientes, pues su bastón se transformaba en serpiente para convertirse después otra vez en bastón (Ex 4,3). La orden de elaborar una serpiente sugiere la confianza que el Señor deposita en Moisés para que pueda conjurar la tentación idolátrica. Obediente al Señor, Moisés fabricó una serpiente de bronce y la puso sobre el estandarte (Nm 21,9). A lo largo del Éxodo, el término “bronce” aparece vinculado a cuestiones de cariz cultual: detalles del santuario (Ex 25-31), ritos de purificación (Lev 6,21) y enseres litúrgicos (Nm 17,4). De ahí que podamos pensar que la serpiente de bronce, forjada por Moisés, constituya una figura cultual (Nm 21,9.9); además Moisés no la levanta sobre “un estandarte”, sino sobre “el estandarte”, recalcando así su posición privilegiada en el ámbito litúrgico. Si una serpiente picaba a alguien, cuando el herido la miraba, salvaba la vida. Observemos que la serpiente que miran los heridos ya no es “una serpiente de bronce”, sino “la serpiente de bronce”. En nuestra opinión, el aspecto determinado, “la serpiente”, refuerza el aspecto cultual de la imagen, como también lo hace el carácter determinado del estandarte, “el estandarte”. Así pues, “la serpiente de bronce” conforma la imagen cultual forjada por Moisés, a las órdenes de Dios, capaz de salvar a quien la mira. ¿Qué puede significar? Aunque la Escritura arremete ferozmente contra la idolatría (ver: Jer 8), también la ridiculiza para subrayar la incapacidad de los ídolos para quebrar el empeño salvador de Dios (Is 44,9-20). Así, Isaías alude a los ídolos con la mayor dureza: “son una nulidad, sus obras una nada, viento y vacío son sus estatuas” (Is 41,29). La serpiente de bronce constituye un enser litúrgico que subraya la estupidez de la idolatría. El hastío y el desdén hacia el maná, alegoría del desprecio por la ley, provoca que el Señor abandone el pueblo en la idolatría, representada por la picadura de las serpientes que lo diezman. Sin embargo, cuando un israelita, herido por la idolatría, contempla la serpiente de bronce, imagen litúrgica fabricado por Moisés, se da cuenta de la banalidad de la idolatría y puede emprender la ruta de la conversión, representada por la fidelidad a la ley. Desde la perspectiva pedagógica, la serpiente de bronce constituye una catequesis que instruye al pueblo sobre la falsedad de la idolatría; quien sufre el dolor de la idolatría, representado por la picadura de las serpientes abrasadoras, si mira la serpiente de bronce, reflejo de la estupidez de los ídolos, queda curado, pues apercibido de la banalidad de la idolatría puede emprender la senda de la conversión, representada por la fidelidad a la ley. 3.7. Interpretaciones teológicas. El libro de la Sabiduría confiere al relato una significación simbólica y ética: “(La serpiente de bronce) les recordaba (a los israelitas) los mandamientos de tu ley […] quien se volvía hacia él quedaba curado, no por lo que contemplaba, sino por ti, Salvador de todo” (Sb 16,5-14). Las serpientes, símbolo de la idolatría, diezman al pueblo, pero quien se siente herido por los ídolos, si se vuelve hacia la serpiente de bronce, recuerdo de los mandamientos de la ley, obtiene la salvación, no debido a la imagen, sino gracias al Señor, el único Salvador. A tenor de II Reyes, el relato explicaría la presencia en el templo de Jerusalén de la serpiente de bronce que el rey Ezequías mandó destruir; dice el relato: “Deshizo la serpiente de bronce hecha por Moisés (pues los israelitas continuaban todavía quemándole incienso; la llamaban Nejustán)” (2Re 18,4). Si el texto menciona la serpiente que forjó Moisés, la Escritura debería explicar la razón y la ocasión en que nació la imagen; por eso, sostiene los comentaristas, algún autor insertó el relato de la serpiente de bronce en el Pentateuco para perfilar el origen de la imagen que aun pervivía en época de Ezequías. Desde la perspectiva espiritual, la Misná no menciona la serpiente, sino su posición. La imagen cura porque obliga al herido a levantar la vista, metáfora de la conversión; pues el gesto obliga a despegar la mirada de la tierra, ámbito de la idolatría, para dirigirla hacia lo alto, la morada divina. El Nuevo Testamento percibe bajo la figura del estandarte del que pende la serpiente la alegoría de Cristo crucificado, el Salvador de la Humanidad. Cuando un israelita herido miraba la serpiente, obtenía la salvación, también el ser humano experimenta las picaduras de las sierpes, eco de las heridas del pecado, pero si dirige la mirada hacia Jesús crucificado, alegoría del amor de Dios por la humanidad entera, experimenta la salvación (Jn 13,14-15; 1Cor 10,9). Conclusión. El relato de la serpiente de bronce trenza una etapa del peregrinaje de la comunidad hebrea, liberada de la esclavitud de Egipto, hacia la tierra prometida. Hastiada del maná, la asamblea se rebela contra Dios y contra Moisés. Entonces, el Señor envía serpientes abrasadoras que diezman la asamblea. Ante la adversidad, el pueblo suplica el auxilio divino, símbolo del deseo de conversión. Entonces Moisés, obediente al Señor, elabora la serpiente de bronce; cuando un israelita era mordido por las serpientes abrasadoras, si miraba la serpiente de bronce, salvaba la vida. El episodio ha contemplado varias interpretaciones simbólicas y éticas; el NT percibe bajo la figura de la serpiente izada en el estandarte la figura del Hijo del hombre que fue levantado en lo alto para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Ya en esta situación constatamos la semejanza con la cruz de Nuestro Señor. Pues de hecho los judíos, por causa de la revuelta, no entraron a la tierra prometida, y además tuvieron que hacer un gran desvío que los llevó a este paraje agreste. Ahí ellos se rebelaron nuevamente y Dios les envió las serpientes. Habiéndose arrepentido el pueblo Dios ordena a Moisés que coloque una Serpiente de bronce sobre su bastón. Vemos ahí una semejanza con la humanidad que pecando, en la persona de Adán, con el pecado original = revuelta por los relatos de los exploradores; fue expulsada del Paraíso = Tierra Prometida, yendo a parar en este valle de lágrimas; en esta tierra de exilio = desierto, paraje árido y agresivo. Aun así el hombre se rebela nuevamente con los pecados actuales = la segunda revuelta en el desierto de Arabia. Y Dios lo libra de la esclavitud al pecado, que es de sí un tormento para el hombre = picadas de las serpientes. Pero Dios cumple su promesa y nos envía un Salvador que culmina su Obra Redentora en lo alto de la Cruz, salvando del pecado a los que lo aceptan y miran para Él pendiente en la Cruz = Dios que manda a Moisés colocar una serpiente de bronce en su bastón, curando a todos cuanto para ella miren. El hecho de que la Serpiente de Bronce del bastón de Moisés es una prefigura de Cristo en la Cruz es indiscutible, una vez que él nos es atestado por el propio Mesías en su conversación nocturna con Nicodemo: "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del hombre, para que todo hombre que en él crea tenga la vida eterna" (Jn. 3, 14-15). Sobre esta prefigura nos explica MAISTRE: Jesucristo mismo nos explicó esta figura. Él nos enseñó que ella significaba su futura elevación en la cruz: Todos aquellos que están heridos de muerte por el pecado que entró al mundo como una serpiente, sea por el pecado original, sea por el pecado actual, serán curados y regenerados para la vida por la fe en el Hijo de Dios elevado en la Cruz. Como dijimos al inicio, el Antiguo Testamento nos traduce la espera del Mesías por los Hebreos, y de él sacamos varias fuentes que se refieren a Nuestro Señor, el Ungido, el Esperado. Por eso podemos ver en el libro de la Sabiduría una referencia de Jesús, una correlación con la prefigura en cuestión: el salvador de todos, que desde lo alto de la Cruz obró la cura de nuestros pecados: "Efectivamente cuando el cruel furor de los animales los alcanzó también, y cuando perecieron con la mordedura de sinuosas serpientes, vuestra cólera no duró hasta el fin. Fueron por poco tiempo atormentados, para su corrección: ellos poseyeron una señal de salvación que les recordaba el precepto de vuestra ley. Y quien se volvía para él era salvado, no en vista del objeto que miraba, sino por vos, Señor, que sois el Salvador de todos" (16, 5-7). Nos explica MAISTRE los varios detalles, paralelos, entre Nuestro Señor en la Cruz y la Serpiente elevada en el bastón de Moisés: • Las picadas hechas por las serpientes ardientes eran los castigos que Dios había enviado contra los hebreos en punición de sus crímenes. Una muerte cruel era el castigo del pecado. • La sujeción a los demonios que son las verdaderas serpientes ardientes, la pena del fuego eterno y de la muerte eterna, debería ser la recompensa del pecado de los hombres. Los pecados son también, ellos mismos, las serpientes que envenenan los hombres y los hacen morir por las heridas ardientes. • La Serpiente de bronce se parecía con las serpientes malas, con excepción del veneno que ella no tenía. • Jesucristo tomó el exterior de una carne semejante a aquella que es criminal, pero sin tomar el veneno. Él tenía una carne semejante a la carne del pecado, pero él era sin pecado. (Heb. 4, 14) y Él era Víctima por el pecado. • La serpiente, erigida por Moisés, como una señal, es elevada al aire a la vista de todo el pueblo, a fin de que los hebreos la vean, se acuerden de sus pecados y de las heridas causadas por sus pecados, que ellos recurran desde luego a la misericordia de Dios y que ellos sean así curados. • Jesucristo, que, también Él, era una señal (Lc. 2, 14), un estandarte para los pueblos (Is. 11, 10), fue también elevado al aire y suspendido sobre el madero; de todas partes podemos verlo sobre este madero elevado, que Él escogió para mostrarse a toda la tierra. Los ojos de los fieles, heridos por el pecado, se vuelven hacia Él como el autor y consumador de su fe; viendo que están curados. Creyendo en él ellos son salvados. Confiándose en el mérito de su muerte, ellos son liberados de la muerte eterna. De este modo vemos como la serpiente ardiente es prefigura de Nuestro Señor Jesucristo, pero es de notarse que no es una simple serpiente que es la prefigura del Mesías, pues la serpiente en sí es figura del pecado, del mal. Él quiso que una serpiente puesta en la cima de un bastón fuese su prefigura; en esto vemos una alusión clarísima a Cristo crucificado, que desde lo alto de su Cruz obró la salvación del mundo, rescatando del estado de maldición a todos aquellos que, heridos por el pecado, mirasen a él, con confianza, teniendo la certeza de su remisión. A título de curiosidad histórica no resistimos en colocar al final de este trabajo el fin que tuvo la Serpiente de Moisés. De hecho, nos cuentan COLUNGA y CORDERO: Los israelitas, en el tiempo de Ezequías, prestaban culto a una serpiente de bronce llamada Nehustã (de nehóset, bronce), y la consideraban como siendo la utilizada por Moisés para curar a los israelitas. El piadoso rey la hizo despedazar para evitar los abusos idolátricos. Este hecho de la destrucción de la serpiente de Moisés nos es también relatado en el segundo libro de los Reyes (2 Reyes 18, 1, 3-4): En el tercer año del reinado de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá, comenzó a reinar. Hizo lo que es bueno a los ojos del Señor, como David, su padre. Destruyó los lugares altos, quebró las imágenes y cortó los ídolos de Asera. Despedazó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, porque los israelitas habían hasta entonces quemado incienso delante de ella. (La llamaban Nehustán).